El día de los cernícalos

Martes, 6 de Julio de 2010.

Nos disponemos a iniciar una nueva excursión fotográfica y partimos con la idea de llegar a la zona de los pinos de Gáldar, lugar al que finalmente no llegaríamos ya que hicimos frencuentes paradas en el camino y eso nos demoró bastante.

Nuestra primera parada se produce al observar una gran cantidad de cernícalos volando y como incluso estaban posados sobre el quitamiedos de la carretera, emprediendo el vuelo a nuestro paso.

Nos bajamos del coche y caminamos por un pequeño terreno algo inclinado cubierto de hierbas secas que dejaban un color muy bonito en el terreno. Fue solo dar unos pasos para comprender el motivo de que aquellos cernícalos estuviesen en aquel lugar, a cada paso dado saltaban multitud de saltamontes hacia un lado u otro, algunos de gran tamaño. Procuramos colocarnos en un lugar donde no molestásemos a los cernícalos y poder observar su manera de volar y de capturar a sus pequeñas presas.

Quedamos maravillados con sus movimientos, nunca antes habíamos visto tantos cernícalos juntos.

Continuamos la ruta, camino de nuestro pretendido destino de los pinos de Gáldar, poco duraría nuestro avance; divisamos un rebaño de ovejas, imposible no parar para hacer unas fotos.

Aprovechamos para hablar un poquito con el pastor quien nos dio una improvisada clase de botánica.

No perdemos oportunidad en nuestras paradas para fotografiar el cambiante paisaje insular, nubes que bajan y suben a una velocidad inesperada, de pronto todo despejado o todo cubierto, así esta casa aparecía por momentos rodeada de nubes y por otros desaparecía de nuestra vista.

Pero los cernícalos seguían siendo los indiscutibles protagonistas de la tarde, no había un lugar donde al mirar hacia el cielo no se divisase la figura de alguno o algunos suspendidos en el aire acechando a sus presas. Nos gusta observarlos y nos alegró comprobar la gran cantidad de ejemplares divisados lo cual nos hace deducir que la especie está en aumento. Mas adelante nos encontramos con uno posado sobre un pequeño tronco muy próximo a la carretera, su docilidad nos permitió acercarnos mas de lo que hubiésemos esperado.

Ante la imposibilidad de llegar antes de anochecer a los pinos de Gáldar, decidimos parar en un lugar desde donde se divisaba el horizonte y donde podriamos esperar a que se ocultara el sol para hacer unas fotografías del atardecer.

Sin duda, esta isla tiene unos rincones preciosos, inesperados lugares desde donde divisar un maravilloso atardecer, un bonito final para un día que recordaremos como el día de los cernícalos.