Miércoles, 27 de Octubre de 2010.
Era la Ley de Murphy, tuvimos que venir a salir en la tarde mas calurosa de Octubre, y no sería casualidad que el aire acondicionado del coche no funcionaba, tampoco sería casualidad el que los días anteriores estuvieran maravillosos, limpios y despejados, y que ese día se viniera a meter algo de calima. Así y todo, allá íbamos, con el mismo entusiasmo de siempre a pesar de todo.
Nos dirigimos por la carretera del Norte, hacia Punta Camello, haciendo nuestra primera parada de la tarde en las proximidades del campo de tiro. A la vez que nosotros aparcábamos lo hacia otro coche algo mas atrás que el nuestro, dos chicas iban en el mismo.
No conociamos mucho el lugar y nos quedamos dudando por donde bajar, abajo nos esperaban unas antiguas salinas. Las chicas, que habían seguido nuestros pasos, acabaron por adelantarnos y saludarnos a su paso. Las muchachas nos marcaron sin saberlo el camino a seguir.
Salinas, mar bravo y encrespado y una costa erosionada por el fuerte oleaje, era el bonito paisaje costero que nos encontramos.
La sal, protagonista de ésta nuestra primera parada.
El lugar es frecuentado por nudistas y gente dispar que quieren disfrutar de un lugar un tanto distante y tranquilo, lo cual hace un poco complicado hacer fotos sin molestar a nadie o sacar un paisaje "limpio" sin personas de por medio, una lástima ya que la costa presenta unas estructuras rocosas muy vistosas.
Decidimos regresar al coche para seguir nuestra pequeña ruta por el Norte. Al llegar a la altura de los coches pudimos comprobar que la zona no es muy segura, el coche de las chicas que anteriromente comenté, aparecía ahora con el cristal lateral delantero hecho añicos en el suelo, alguna imprudencia de dejar algo en su interior hizo que los amantes de lo ajeno hicieran este destrozo. Nos dio pena pensar en el disgusto que se iban a llevar, pero ya no podiamos hacer nada.
Siguiente parada, El Puertillo, playa y zona de pescadores.
Las olas rompen fuertes contra las rocas, la baja altura del sol por la hora de la tarde hace que deje en miles de gotas dispersas por el aire una nube anaranjada que se desvanece rápidamente pero que aquí queda plasmada en la instantanea de una milésima de segundo.
La playa es muy pequeña y se comparte con pequeños botes de pescadores, pero su arena dorada y fina invita a pasar un dia de playa.
Seguimos camino. Poco antes de llegar a San Felipe, paramos en el Roque, un conjunto de casas aglutinadas sobre un pequeño brazo de costa que se adentra en el mar. Paramos unos metros mas allá para tener una vista mas amplia.
Ese murito verde de la derecha nos serviría de apoyo a los trípodes para la serie de fotos que hicimos del Roque al anochecer.
La Ley de Murphy, protagonista toda la tarde, acabó por cerrar de nubes un cielo aunque algo calimoso completamente despejado, hasta ese instante, impidiendo ver los colores del atardecer.
Al final, la foto del Roque.
La noche trae fresco y disipa el calor pasado en la tarde, porqué será, pero camino de vuelta en el coche, el aire acondicionado vuelve a funcionar.
1 comentarios:
muy buenas capturas saludos
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